Las seis fases de la resiliencia. Un modelo de terapia sistémica del trauma. Matteo Selvini, Laura Fino, Liliana Redaelli, Azurra Senatore.

Autores/as

  • Freddy Orellana Instituto Humaniza Santiago
  • Verónica Penna Instituto Humaniza Santiago
  • Mónica Rodriguez Instituto Humaniza Santiago
  • Astrid Martin Instituto Humaniza Santiago

Resumen

Nuestro oficio de terapeutas se parece mucho al del artesano que realiza su trabajo en un taller, la palabra taller viene del francés atelier, que sería un lugar, una sala donde se realiza un trabajo con las manos transformando una materia prima en un elemento de uso común, como una vasija, una silla. Para poder hacer esto, el conocimiento se desarrollaba y se transmitía a través de la práctica de una disciplina, de una forma de arte que implicaba conocimiento y creatividad. El libro “Las seis fases de la resiliencia. Un modelo de terapia sistémica del trauma” es una invitación a adentrarnos en el conocimiento y el arte de la psicoterapia de un grupo de terapeutas de la Scuola Mara Selvini  Palazzoli que se reúne desde el año 2010 a reflexionar, estudiar, compartir acerca de la temática del trauma y su integración al enfoque sistémico en un modelo individual-familiar. Estamos invitados a conocer la manera como estos artesanos-terapeutas desarrollan su arte, a conocer los conocimientos teóricos que están a la base, que son muchos y quedan abundantemente plasmados en el texto, que les ha permitido dar sustento y fundamentar su práctica.

Este libro llegó en italiano y lo revisamos inicialmente los co-directores del Instituto Humaniza Santiago, fue compartido generosamente por la Scuola, dada la relación de colaboración que hemos mantenido desde hace bastantes años. Fue tal nuestra impresión de la calidad del texto, que le ofrecimos a los editores italianos traducirlo nosotros, los co-directores, los mismos que ahora escribimos este comentario del libro. No nos equivocamos, el libro es un gran aporte a una terapia sistémica que se complejiza incorporando conocimientos emergentes de la psicoterapia del trauma. Nos parece que es fundamental integrar dichos conocimientos para mejorar nuestra práctica clínica e ir asimilando las evidencias actuales que se van generando respecto, como dice Judith Herman (1997) en su clásico libro, al trauma y su recuperación.

Enumeraremos lo que nos parece más relevante.

Lo primero. El libro comienza con un elemento autocrítico respecto de las dificultades que ha tenido el enfoque sistémico en incorporar aspectos emergentes del conocimiento contemporáneo de la psicoterapia, en su momento, la teoría del apego, luego, la necesidad de reconocer las diferencias individuales que se pierden en una mirada demasiado sistémica, para llegar a la emergencia de una teoría del trauma y cómo entenderla, para no caer en lo que se ha llamado: el pantraumatismo. La idea de que todo es trauma y entonces, se puede terminar mirando todo con este lente.

Lo segundo. La propuesta de los autores respecto a organizar por fases la terapia del trauma con un enfoque orientado a la resiliencia tiene una cualidad sistematizante y organizadora de la psicoterapia que permite fundamentar qué, en general, hacer primero y qué, en general, hacer después. Ello organiza el movimiento del artesano-terapeuta para que la transformación de la materia prima se realice con un fundamento que permita la evolución y el enriquecimiento de su técnica.

Lo tercero es la idea original de los autores de que el reconocimiento del trauma es la primera fase de la resiliencia, lo que permite volver a poner en perspectiva el hecho esencial de que el trauma, como decían Anna Forés y Jordi Grané (2008), golpea dos veces, primero golpea el evento mismo y luego está el golpe de la falta de reconocimiento. Reconocer es el punto de partida, ello supone que uno no desconoce el trauma y sus consecuencias biológicas, psicológicas y sociales. Poder estudiar el trauma permite reconocerlo. El libro es para el lector una excelente oportunidad de poner conocimiento en un área que ha revolucionado el conocimiento psicoterapéutico contemporáneo.

Lo cuarto reafirma la idea antigua, pero que está bien refrescarla con nuevos conocimientos, respecto de que sin seguridad no hay psicoterapia posible, primero habría que detener el trauma estableciendo las medidas pertinentes que permitan salvaguardar a las víctimas, para luego trabajar en torno a la estabilización emocional. Como ya se puede observar en este mismo comentario del libro, la idea del tiempo apropiado, de cuándo enfocarse en determinado proceso, es una reflexión que va circulando permanentemente en las seis fases y se transforma en un delimitador estructurante que marca los tiempos de la psicoterapia del trauma con perspectiva sistémica.

Lo quinto, el libro releva la concepción ética y estética que todos, terapeutas y pacientes, pertenecemos a una comunidad a la cual necesitamos buscar afectar positivamente, cuestión que los terapeutas sistémicos hemos defendido desde el surgimiento del enfoque, contra una visión individualista de la psicoterapia que limita el trabajo terapéutico sólo a la relación entre un paciente/cliente y su terapeuta. Esta concepción es muy importante dado que tiene consecuencias para el terapeuta y para el trabajo clínico. Para el terapeuta significa la idea, que podría llevar o no dentro de sí, que necesita ser parte de un equipo y por tanto necesita de los otros colegas para compartir conocimientos, elaborar angustias profesionales, supervisar/intervisar, trabajar en conjunto. Para la psicoterapia tiene la consecuencia de la posibilidad de trabajar con benevolencia respecto a la inserción familiar, de pareja y vincular de nuestros pacientes, buscando utilizar los recursos que existen en las relaciones íntimas y sociales. El texto muestra la importancia de considerar a la pareja y los miembros de la familia como otros que tienen sus recursos y que pueden ser convocados a apoyar o integrarse a una psicoterapia. El asunto de las convocatorias es un punto relevante en sí mismo que comentaremos ahora.

Lo sexto es comprender el sentido y cómo el grupo de trauma de la Scuola realiza las convocatorias en terapias individuales y familiares, considerando la asistencia de familiares cercanos en procesos terapéuticos de trauma. En este sentido el libro nos entrega una perspectiva clínica que busca mantener la coherencia en varios puntos importantes, entre ellos, el necesario reconocimiento del trauma, la búsqueda de seguridad emocional y saber cuándo compartir el dolor. De este modo la convocatoria de un familiar significativo a una terapia individual, por ejemplo, cuestión que Alfredo Canevaro llama ampliación en psicoterapia, adquiere una cualidad de un trabajo artesanal que debe realizarse con esmero y sabiendo regular el cuidado de la materia prima, para regular una justa seguridad junto con buscar su transformación. Es muy iluminadora esta parte del libro.

Lo séptimo y último. El libro pone el acento en el tema de la justicia desarrollando una mirada integradora de la posibilidad de denuncia judicial y de las acciones de denuncia personales-familiares que permiten reestablecerla. Nos parece que esta reflexión es importante realizarla, dado que vuelve a ponernos a nosotros, los terapeutas, en un contexto comunitario donde se deben utilizar los recursos judiciales presentes con un sentido terapéutico, así como otros recursos sociales y familiares que permiten, como dice el nombre de esta etapa, que nuestros pacientes, nunca permanezcan víctimas y completen la acción de defensa.

Freddy Orellana, Astrid Martin, Verónica Penna y Mónica Rodríguez.

Publicado

2024-10-10